¿Qué tal esa manía que tienen las mamas de regalarnos cosas que para nada sirven en nuestras vidas reales de mujeres modernas? Nos regalan planchas de juguete, seguramente porque, basadas en su experiencia personal, saben que si de ellos depende, una lavandería no la veremos sino en fotos. Y nos regalan dizque ollitas y platos para jugar a la cocina cuando bien está visto que también por culpa de la genética: ¡odiamos cocinar! Si la misma naturaleza femenina inevitablemente nos dictará que es mejor ir a un restaurante o pedir a domicilio que llenarse el pelo de grasa en una cocina. Pero insisto: ¿para qué sirve la muñeca esa cabezona que viene con su kit completo de maquillaje y peinado? Para que aprendamos a hacerlo nosotras mismas porque una peluquería, cortesía del marido, no la veremos ni en pintura. Así que toca aprender desde pequeñas a arreglárnosla como podamos. ¿Ese es tal vez el mensaje? O que aprendamos a ser estilistas, que junto a modistas y manicuristas es para lo único para lo que ellos creen que servimos. En cambio a ellos… a ellos sí que los premiaban con buenos regalos. El caso es que desde pequeñas, no sólo nos enseñan a añorar, a desear… también a sentir envidia. Porque los juguetes de ellos, sí son mucho más divertidos que con los que nos encartan a nosotras.
¿Qué es lo que pretenden que aprendamos a través de los regalosque nos hacen cuando niñas? A ser unas mal pagas y subvaloradas amas de casa, o unas mamas frustradas. ¿Por qué creen que lo primero que le regalan a uno es una muñeca? Para que desde una temprana edad nos resignemos a que los bebés lloran, hacen popó y pipí, gastan pañales que da miedo, que entre otras son carísimos, y que son sólo nuestra responsabilidad. Porque mientras le hacemos al bebé la comida dementiras, porque o si no hasta el bebé de mentiras se nos muere, ellos están en su carro supersónico recogiendo a la rubia platinada de medidas imposibles: ¡la Barbie!Y, es así como a nosotras en cambio, en vez del superhéroe o del popular G.I.Joe,nos toca conformarnos con el más inútil y patético de todos los juguetes: ¡El Ken
El Ken, ese Adonis de plástico de mirada fija y vacía (como también vacíos están sus bolsillos porque todo es de la Barbie, ¿no?), el muñecón de facciones perfectas que ni suda, ni se despeina. Con ese mal ejemplo crecemos las mujeres enel mundo pensando que ese es el modelo del hombre perfecto: un perfecto idiota. Y si esos son los ejemplos que nos dan a seguir cuando niñas, pues entonces, ¿qué se podría esperar de nosotras cuando adultas? Además, ¿cómo defraudar a la mamá y no seguir sus pasos? Si ellas empezaron embarrándola casándose con nuestros papas. ¿Cómo les vamos a salir ahora defraudándolas consiguiéndonos, eso sí, un buen partido?
El caso es que el Ken, que en la vida de la Barbie sólo sirve para hacer visita en la sala rosada, de la casa rosada, llena de todas las demás Barbies vestidas, pues de rosado, al que sólo lo invitan a su casa, de visita y eso que es el marido de la popular muñeca.¿Ese es el ejemplo a seguir? Eso es lo que quieren nuestras mamas para nuestro futuro: ¿al hombre adorno que no sirve para nada? El Ken, tan mal dotado que uno le baja los pantalones y ¡ahí no pasa nada! Por eso, desde pequeñas nos acostumbramos a conformarnos con tan poquito. Por eso nos encanta que la Barbie le ponga los cuernos al Ken con todos los muñecos del baúl: con el Increíble Hulk, con el Cabeza de papa y con todo el pelotón de solda-ditos de plástico.Tan mal dotado estará que la Barbie popularizó la inseminación artificial. Ante la ineficiencia procreadora de Ken, los bebés de la Barbie no se conciben, sospechosamente aparecen ya listos dentro de una cajita rosada en los supermercados. Aparte vienen en todos los colores y razas. ¡La Barbie es terrible!
Sí, el Ken no es más que un donante de esperma. Pero será cuando lo derriten, porque todo el mundo sabe que la Barbie siempre anda con otros. El Ken es tan patético, que ni siquiera salió en Toy Story. En donde cabe agregar, salieron todos los juguetes. Al muy cretino le ganaron el casting un marrano alcancía, un dinosaurio y un perro salchicha. Además al Ken le cabe aquella canción de ese otro Ken, el original, el venezolano… el del peinado esponjado: el Puma. Ese ídolo en decadencia que cantaba: «¿Dueño de ti, dueño de qué? ¡Dueño de nada! Sí, el Ken además es un vaciado, porque todo es de la Barbie. La casa, el carro, la moto y la piscina son de la Barbie… Y lo más humillante de todo: el bar y hasta el motel son de la Barbie. Pero ahí sí estoy de acuerdo: que todo sea de la Barbie, porque al final todo termina siendo de una. Por eso amo a ¡la Barbie divorciada! Lo cierto, es que la Barbie, es la más hábil de todas las muñecas. Al menos la tiene clara. Es la más independiente y la mejor negociante de todas. Nuestro modelo a seguir y la culpable de gran parte de nuestras frustraciones. Si, porque tener como modelo a una muñeca casi perfecta, que no sabe lo que es una cana, a pesar de que ya es oficialmente una cucha (de ahí el popular término «Cuchi-Bar/ne»), que no necesita de la plata del marido para nada, que tiene hijos y ni se le nota y, que además tiene para pagarse su propia silicona y todas sus cuentas. La Barbie, que no tiene un solo pelo de plástico de tonta, también es nuestro principal motivo de frustración latinoamericana.
Para evitar entonces que las mujeres del mundo crezcamos pensando que el esposo es un pelele, sin gracia. Para desde pequeñas aprender a respetar al marido, al propio o al menos al ajeno, sería más considerado que se inventaran una muñeca que sí nos ayude a prepararnos para el futuro y para nuestra verdadera realidad tercer inmundista. Algo así como la Barbie Chibcha. Que se llame Yuris Johanna, Nini Paola, mejor dicho, que tenga un nombre más familiar. En fin que la Barbie latina, en vez de venir con piscina, helipuerto y salón de belleza propio, y vainas de esas que nunca vamos a tener, que venga más bien con sus propios artículos de aseo… pero no personal, sino para limpiar la casa. Que venga con su propio Clorox, con su propio Ajax y con un bulto bien grande de caldo de gallina. Que ande en chancletas y que tome Prozac para la depresión pre y post parto que seguramente le va a dar cuando se de cuenta del encarte de marido que le tocó. Que en vez de poder maquillarla, venga con un kit completo para hacerse la cera y quitarse el bigote queeventualmente nos sale a todas. Así, unas nos depilemos con más frecuencia y pericia que otras. Sí, que la nueva Barbie latina sea una pobre muñeca, pasada de peso y que trabaje en algo real como vendedora puerta a puerta de Ebel. Eso es más realista. Eso sí que es prepararnos para el futuro. Que venga con su propio accesorio, o sea su marido. Que en vez de la sonrisa tonta que no se le borra ni con ácido de batería (ya lo he probado), viva deprimida ante la infidelidad del John Wilmer Ken, la versión latina del novio de la Barbie. Y que en vez del carro convertible rosado se suba en colectivo, en Transmilenio o en carro, pero pagado por cuotas. Nada de la flota de carros rosados convertibles parqueados en la puerta. ¿A quién quieren engañar cuando aún pensamos que todos nuestros sueños infantiles sí son posibles? Y así, con una Barbie latina, podremos evitarnos toda esa frustración infantil por no ser altas, flacas, millonarias, súper populares y siliconudas.
Pero el Ken, ese sí, bajo ningún punto de vista puede ser el modelo de hombre que queremos en nuestras vidas. Tampoco recomendaría a las mamas regalar a sus hijas ningún tipo de Superhéroe. ¿Para qué?, si en la vida real lo que nos toca es otra cosa. Imagínense la tragedia que sería si el novio de la Barbie fuera algo así como el Hombre Araña, por ejemplo. ¿Para qué? Para que cuando crezcamos, nos toque cortarnos las venas, pues la ilusión del hombre arácnido se resume a un trepador que lo único que hace es pegarse como un chicle y escalar posiciones a costa nuestra. No gracias. Y esa es la cruel realidad. O que tal Supermán, uno que vuele. ¿Para qué? ¿Para qué soñar con tanto si en la vida real lo que nos toca es uno que vuela, sí, pero a los brazos de la otra? O Batman y Robin, el dúo dinámico para que aprendamos a admirarlos desde pequeñas. Para que en la vida real nos toque conformarnos con Batman y Robin, un par de borrachos que, entre otras son ¡re-gay! Admitámoslo señoras, en la vida real, los únicos héroes que nos tocan son: Flash…pero Gordo, o el más popular de todos: el Hombre Invisible. Ese que nos rumbeó y se desapareció de nuestras vidas sin dejar rastro.